La ATF puede rastrear eficazmente la mayoría de las armas utilizadas en delitos hasta el primer comprador minorista. La ATF comienza con el fabricante y sigue toda la cadena de distribución hasta descubrir quién compró primero el arma de fuego a un distribuidor con licencia.
Debido a que los cajones de mecanismos sin orificios no tienen marcas ni números de serie, cuando se encuentran armas de fuego fabricadas con dichos cajones de mecanismos sin orificios en una escena del crimen, normalmente no es posible rastrear el arma de fuego ni determinar su historia, lo que entorpece la investigación sobre el arma y pone en peligro la seguridad pública.